Tuve la oportunidad de asistir como observador al Modelo de las Naciones Unidas CAENU XI, que se llevó a cabo entre el 10 y el 13 de diciembre, en el colegio Alberto Einstein, de Quito.
Durante los días previos al evento, presencié cómo eran las preparaciones y los trabajos de investigación para absorber toda la información posible y tener el material necesario para debatir en este evento de carácter académico-diplomático.
Reconozco que cuando llegué al Modelo sentí algo de preocupación, ya que si bien me habían tratado de explicar cómo funcionaba esta actividad, al iniciar el evento todo se me borró de la cabeza. Sin embargo, mientras se desarrollaba, todo se iba ordenando en mi mente: el procedimiento parlamentario, las mociones, los puntos, finalmente, los pude comprender (como todo en la vida, para entenderlo de mejor manera, hay que verlo y/o practicarlo).
El debate fue impactante. La fluidez y elocuencia de ciertos delegados que defendían como propio al país que les asignaron (con los datos necesarios y un gran pensamiento crítico), generó un nivel altísimo. Aunque el debate a veces se tornaba algo hostil (sobretodo en el Consejo de Seguridad), era integrador y, por lo menos para los que estábamos afuera, intrigante y ameno.
Luego tuve la impensada oportunidad de ser delegado en el comité Ético-Ambiental, donde pude poner en práctica todo lo captado como observador y tuve la posibilidad de sentir el furor del debate y los ataques mediante políticas de Estado, pero siempre bajo el procedimiento parlamentario.
Posiblemente la formalidad y la elegancia de cada acto del Modelo fue lo que más me impactó, y me ayudó a definir qué quisiera hacer en un futuro, pero la mayor sensación que me dejó, sin duda alguna, es querer regresar.
Por Pedro Valverde CH.
Primero de Bachillerato
Club de Periodismo y Debate