A su esposa, a sus hijas…, a sus hijos. Rompa la rutina con su esposa. Salga; converse con ella; escúchela; dígale palabras bonitas…, que le lleguen al corazón. Escríbale, aunque sean pocas palabras; llámela con frecuencia; no la deje con tareas, que usted puede compartir con ella. No la trate mal. ¡Ámela, de verdad! Por favor…, no le falle.
¿Y a sus hijos? Esté con ellos en las actividades que realicen. Escápese para verlos, si tienen una competencia deportiva, o académica, o cultural. Vaya a verlos. Pida permiso en su trabajo, y vaya. Sáquelos; llévelos a algún lugar de distracción; juegue con ellos; no pierda la oportunidad de hablar con ellos. Con sus hijas, y con sus hijos…, por igual. Por favor…, no les falle.
¿Qué es un poco sacrificado estar en todo? Sí…, pero qué tranquilidad se siente, en el ocaso de su vida, cuando usted ha cumplido. ¿Está cansado? Todos estamos cansados. Pero ya tendremos tiempo para descansar, por toda la eternidad, cuando el Señor nos llame.
Ría…, es bueno reír. Perdone…, es bueno perdonar; disfrute de los buenos momentos, que se le presenten…; disfrute con los suyos. No deje pasar las oportunidades, que la vida misma le presenta.
Bien…, tiene una gran tarea entre sus manos. Esfuércese. A su esposa y a sus hijos…, no les falle.
Saludos,
Mario