El miedo no deja pensar, ni moverse, ni tomar buenas decisiones. El miedo nos puede llevar a no efectuar actos trascendentales, que sólo nosotros podemos realizar.
Hechos a su imagen y semejanza, el Señor quiere que lleguemos a la mayor cantidad de personas, para realizar en ellas un cambio…, que permita que se parezcan cada vez más a Él.
La paz es el antídoto del miedo. Si tenemos paz, el miedo desaparece. Entonces, tenemos que pedírsela al Señor, cuando estemos atravesando por temores.
Debemos decir, muchas veces: “Señor, dame la paz”, y escucharemos en el fondo de nuestro corazón: “La paz, sea contigo”.
Pero no olvidemos el refrán: “A Dios rogando, y con el mazo dando”. Esto quiere decir que está bien rezar, y además, cuando el miedo se convierta en obsesión, tenemos que acudir a especialistas que nos ayuden a superar temores y ansiedades.
La frase “no temas”, se encuentra escrita en la Biblia, 365 veces. Es como si el Señor nos hablara cada día del año, dándonos fuerza para vencer al miedo paralizante, que no permite que seamos protagonistas de una sociedad más justa, sana y fraterna.
Saludos,
Departamento de Familia