La Oración es el arma poderosa que tiene el cristiano. Y hay que orar siempre. Desde que nos despertamos, hasta que nos dormimos. Que nuestra vida, durante el día, esté completamente marcada por la Oración. El estudio, el trabajo, las actividades que realizamos; si las encomendamos a Dios, también se transforman en Oración.
Y, ¿qué hacemos en la Oración? Pedir, agradecer, adorar y alabar al Señor. Los católicos somos pedigüeños; debemos ser pedigüeños. Encomendar constantemente, en primer lugar, a nuestra familia. A nuestra esposa, esposo, hijos, parientes, y luego, a todos los demás.
Si es posible, hacerla en un Oratorio; donde esté presente Jesús, ya sea en el Sagrario, o expuesto en la Custodia. Pero si no lo conseguimos, en un lugar donde no seamos interrumpidos; en el silencio de una habitación o de nuestra oficina. Y si acaso no conseguimos estos lugares, donde sea, donde podamos hablar con Dios. En el carro, en el taxi, en el bus, en medio de la calle. En todo lugar, se puede hacer Oración.
Pero hágala, por favor. El mundo atraviesa por situaciones difíciles. Antes, a los enemigos del hombre se los veía, y podíamos protegernos de ellos. Ahora están, en todas partes. No los vemos, ni sentimos. Pero están allí; para atacarnos en el momento en que menos lo esperamos. Es por esto que debemos estar preparados. Haciendo guardia para no ser atacados.
Y la mejor forma de lograrlo, es precisamente, acudiendo al Señor; a su Madre, la Virgen Santísima. A los santos, que por su heroísmo, están más cerca de Dios. Que San Josemaría, Patrono del Colegio, proteja a nuestros hogares.
Saludos,
Departamento de Familia