Pronto se nos irán los alumnos de la XV. Sí, quince promociones. ¿De qué promoción fueron sus hijos, ya graduados? ¿Y los que vendrán?… ¿De la veinte, de la treinta?… Lo importante no es el número, sino lo que dejen grabado en nuestro colegio.
Y cada promoción tiene su particularidad, porque cada alumno es un ser diferente, escogido por Dios, dotado de múltiples talentos; que contribuye con sus actitudes, con su generosidad, con su empeño, con su entrega diaria, a que el Torremar crezca y tenga un sello característico.
¿De qué manera contribuimos nosotros, como padres, a que nuestros hijos sean un aporte positivo para nuestro plantel? En nuestro trato con ellos, ¿nos estamos acercando para hablarles, para conocer sus inquietudes, sus gustos, sus preocupaciones, sus anhelos?
Los hijos son el reflejo de lo que somos. Si hemos vivido en paz, serán pacíficos; si hemos trabajado duro, serán laboriosos; si hemos sido honrados, actuarán con rectitud en todos los actos de su vida; si decimos la verdad, serán siempre sinceros; si rezamos, serán piadosos; si estamos contentos, serán alegres; si rebosamos optimismo, tendrán confianza en lo que se propongan; si vivimos la esperanza, confiarán en que todos los problemas se arreglarán; si nos mantenemos moderados en nuestros gustos y apetencias, serán siempre sobrios; si cultivamos la fortaleza, sabrán resistir y acometer grandes empresas.
El ejemplo que les demos, repercutirá enormemente en su vida; y, si alguna vez se apartaran del camino que les hemos enseñado a transitar, volverán a encontrarlo, porque supimos sembrar en terreno fértil.
Que nuestros alumnos dejen un buen recuerdo, fruto de las enseñanzas y valores que les supieron inculcar sus padres y maestros. Se nos va otra promoción. Que tengan éxitos en su futuro profesional; que el Señor siempre esté presente en su corazón, y que nunca olviden lo que aprendieron en su hogar.
Saludos,
Departamento de Familia