A todas horas. Cuando se levanta; mientras trabaja; cuando pasea; cuando va de compras; cuando se va a dormir…, en fin…, rece.
Con oraciones cortas, que se llaman Jaculatorias. O con una Oración larga, conversando de tú a tú con el Señor. Rece a los 3 Arcángeles: Miguel, Gabriel, y Rafael: seres celestiales muy poderosos, que acudirán a usted cuando los invoque. Rece los Salmos 91-92, que son protectores. Tiene a su Ángel de la Guarda, que no se despega de usted. Él no duerme…, pero hay que invocarle…, hay que pedirle.
El Señor nos ha dado total libertad. Si no rezamos, Él no nos va a obligar a hacerlo. Si no sabe cómo encomendarse, simplemente diga: “Señor me encomiendo”. Si ha olvidado cómo se le reza a la Madre de Dios, simplemente diga: “Madre”, y Ella estará con usted.
En fin, hay muchas oraciones que usted puede rezar, pero todos los días, a cada momento. Hay que ahogar el mal, con abundancia de bien. Recuerde…, el mal no es material, por lo tanto, no podrá vencerlo con una pistola, o cuchillo, o con cualquier arma que se pueda tener en la mano.
Da una gran pena, ver cómo mueren personas, como si fueran pines de bolos, derribados de un solo tiro. Se mata con tanta facilidad. Sólo basta con hacer un contrato con un zombi, activado por la maldad, para quien la vida del ser humano no significa nada…, y se acaba con la existencia de ese ser humano, creado a imagen y semejanza del Señor.
Recemos más. Si desea, vaya a un templo, y quédese allí por el momento que usted quiera. Pero si no tiene tiempo, se puede rezar en cualquier parte: cuando se arregle; cuando esté en el baño; cuando camine; cuando respire…, pues respirando…, también se puede hacer Oración.
Por favor…, rece.
Saludos,
Departamento de Familia