Es un deber, conversar con nuestros hijos sobre los problemas sociales que se dan en el país. Con el lenguaje que podemos emplear, de acuerdo a las edades por las que están atravesando.
Y es que quizá, ellos no alcanzan a comprenderlos, porque felizmente, en su hogar no tienen que padecer dificultades, ya que Dios les ha brindado una bendición especial.
Precisamente, por esa bendición especial, ellos tienen un compromiso muy serio, porque vivirán en un mundo en el que deberán aportar con proyectos; con iniciativas; con asesoramientos; formando fundaciones; creando centros de acogida para las personas que pasan por diferentes adversidades. Precisamente, uno de los flagelos que vemos en nuestra ciudad, es el de la drogadicción. Basta con leer las noticias, y viajar por sectores de nuestra urbe, para comprender los dramas por los que viven muchas familias que ven con desesperación, cómo se arruina la vida de sus hijos a tempranas edades.
Cuánto se podría lograr, ayudando a crear centros de rehabilitación, con personal capacitado. Y cuántas personas podrían colaborar con medios económicos, puestos al servicio de los demás. “Que siempre ayudes a quien más lo necesite”, es una frase que reciben nuestros alumnos, cuando los felicitamos por sus cumpleaños, y que la recuerdan sus profesores, en las clases de las diversas materias que se imparten.
Ojalá, que al pasar los años, nos enorgullezcamos por comprobar que de nuestras aulas salieron personas que se preocupan por cambiar una sociedad, no sólo con discursos bien intencionados, sino con llevar a la práctica la ayuda que necesita mucha gente, que estira la mano, y que espera que nosotros se la estrechemos con fuerza y solidaridad.
Saludos,
Departamento de Familia