… Traer a nuestra memoria esos recuerdos imborrables de la vida de Colegio que van construyendo la historia; que salpican la mente con sonrisas, lágrimas, confidencias; con preguntas sin fin que tenían que ser contestadas con respuestas prudentes y acertadas…, no resulta difícil.
Comprobar su alegría cuando hemos estrechado sus manos; cuando hemos curado sus heridas; o cuando los hemos felicitado por algún logro. Cuando hemos gritado haciéndoles barra en competiciones deportivas; también cuando los hemos corregido sin herir…
Nuestros alumnos crecieron como ha crecido el Colegio: ladrillo tras ladrillo; clase tras clase; cayéndose y levantándose. Dejaron sus pantalones cortos por otros más largos; su parquecito por enormes canchas; sus tías por profesores dedicados, honestos, eficientes. Palpar esto, de verdad, de verdad…, no es difícil.
Pero en cambio, cuando el tiempo final llega; cuando van a salir a la vida después de permanecer tantos años con nosotros…, no resulta nada fácil, asimilarlo.
Regresan al Torremar; con sus esposas, con sus hijos. Regresan y se encuentran con remembranzas, como nosotros también lo hacemos. Ya no extienden sus brazos, como lo hacían cuando eran pequeños. Ahora somos nosotros quienes extendemos los nuestros para abrazarlos; para dar un fuerte apretón de manos a sus hijos…
… Y volvemos a respirar ese aire de familia; a evocar los sonidos de los timbres que anuncian el cambio de clase; a escuchar los zapatos retumbar contra las baldosas…; a la vida diaria…, del Torremar.
Saludos,
Departamento de Familia