Tan humana, pero tan divina. José, María y el Niño. Los tres creciendo año tras año. Nos imaginamos a María -que ponderaba todas las cosas en su corazón- contemplando a su Hijo constantemente. Quizá haciendo oración delante de Él mientras dormía en su cuna; arrodillada, en actitud de adoración. Pero también enseñándole lo que una madre suele hacer con sus pequeños: a caminar, a hablar, a comer, a vestirse, a bañarse, a obedecer, a estudiar, y con su ejemplo y el de José, a trabajar.
Una familia normal, feliz, optimista. En algunas ocasiones les costaría un poco llegar a un acuerdo por alguna circunstancia que tendrían que resolver; pero dialogarían, expondrían sus puntos de vista en la conversación; incluso se reirían hasta encontrar una solución al problema planteado.
Cuánto tenemos que aprender. Tantas situaciones incómodas se remediarían en nuestros hogares si supiéramos actuar como lo hizo la Sagrada Familia en su casa de Nazaret. Cuántas discusiones intranscendentes; cuántos conflictos -incluso llenos de violencia- se podrían evitar si comprendiéramos los puntos de vista que exponen los demás. Con caridad, con prudencia, con generosidad. Convencidos de que no estamos tratando con un enemigo, sino con un miembro de nuestra familia que no quiere nada malo para nosotros.
Aprovechemos estos días de Navidad para acercarnos más a los nuestros, sobre todo si estamos apartados por algún problema aún sin aclarar. Hagamos las paces. Comencemos el año nuevo con propósitos concretos, sobre todo el de mantener la unión en el hogar.
Por un 2017 lleno de bendiciones para nuestra familia… ¡Feliz Año!
Saludos,
Departamento de Familia