¿Qué nos dice San Josemaría de…?

¿Qué nos dice San Josemaría de…?

La Misericordia de Dios

La misericordia no se queda en una escueta actitud de compasión: la misericordia se identifica con la superabundancia de la caridad que, al mismo tiempo, trae consigo la superabundancia de la justicia. Misericordia significa mantener el corazón en carne viva, humana y divinamente transido por un amor recio, sacrificado, generoso. Así glosa la caridad San Pablo en su canto a esa virtud: la caridad es sufrida, bienhechora; la caridad no tiene envidia, no obra precipitadamente, no se ensoberbece, no es ambiciosa, no busca sus intereses, no se irrita, no piensa mal, no se huelga de la injusticia, se complace en la verdad; a todo se acomoda, cree en todo, todo lo espera y lo soporta todo. (Amigos de Dios, 232). 

El Papa Francisco durante su visita a Asís

Si recorréis las Escrituras Santas, descubriréis constantemente la presencia de la misericordia de Dios: llena la tierra, se extiende a todos sus hijos; nos rodea, nos antecede, se multiplica para ayudarnos, y continuamente ha sido confirmada. Dios, al ocuparse de nosotros como Padre amoroso, nos considera en su misericordia: una misericordia suave, hermosa como nube de lluvia.

Jesucristo resume y compendia toda esta historia de la misericordia divina: bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Y en otra ocasión: sed misericordiosos, como vuestro Padre celestial es misericordioso. Nos han quedado muy grabadas también, entre otras muchas escenas del Evangelio, la clemencia con la mujer adúltera, la parábola del hijo pródigo, la de la oveja perdida, la del deudor perdonado, la resurrección del hijo de la viuda de Naím. ¡Cuántas razones de justicia para explicar este gran prodigio! Ha muerto el hijo único de aquella pobre viuda, el que daba sentido a su vida, el que podía ayudarle en su vejez. Pero Cristo no obra el milagro por justicia; lo hace por compasión, porque interiormente se conmueve ante el dolor humano. (Es Cristo que pasa, 7).

Video

 

Las enseñanzas del Papa Francisco

En Guayaquil, en su homilía, el Papa habló de la familia, del servicio a los demás, y también de rezar.

“En el seno de la familia, nadie es descartado, todos valen lo mismo; me acuerdo que una vez a mi mamá le preguntaron: ¿A cuál de sus cinco hijos (nosotros somos cinco hermanos), a cuál de sus cinco hijos quería más? Y ella dijo: “como los dedos, si me pinchan éste, me duele lo mismo que si me pinchan éste; una madre quiere a sus hijos como son, y en una familia, los hermanos se quieren como son, nadie es descartado”.

“Las palabras: «Hagan lo que Él les diga», dirigidas a los que servían, son una invitación también a nosotros, a ponernos a disposición de Jesús, que vino a servir y no a ser servido. El servicio es el criterio del verdadero amor. El que ama sirve, se pone al servicio de los demás. Y esto se aprende especialmente en la familia, donde nos hacemos, por amor, servidores unos de otros”.

“Y rezar siempre nos saca del perímetro de nuestros desvelos, nos hace trascender lo que nos duele, lo que nos agita o lo que nos falta a nosotros mismos, y nos ayuda a ponernos en la piel de los otros, a ponernos en sus zapatos. La familia es una escuela donde la oración también nos recuerda que hay un nosotros, que hay un prójimo cercano, patente; que vive bajo el mismo techo y que comparte la vida y está necesitado”.

Aprovechemos lo que nos dijo en su homilía, en su paso por Guayaquil.

 

El Papa Francisco en Guayaquil

Anímese. Dentro de muy poco tiempo tendremos al Vicario de Cristo en la tierra, aquí en nuestra ciudad, Guayaquil. Nos comentan que hay cientos de miles de personas que vendrán de otros países, al encuentro con el santo Padre.

Tal vez usted estará físicamente en la explanada del Parque Samanes. Tal vez se quedará en su casa, viendo el evento por televisión. Pero, ya sea que opte por una u otra forma de estar en contacto con el Papa Francisco, anímese; anímese a conservar en su corazón cada una de las palabras, frases o estrofas que manifestará en su encuentro con los ecuatorianos y extranjeros.

Será un día de fiesta, que debemos guardarlo en nuestro espíritu, ya que no todos los países son tan afortunados de recibir este especial regalo de Dios. ¿Cómo nos hemos preparado para este encuentro? ¿Hemos visto videos acerca de su vida y su obra, especialmente en Argentina donde ejerció su cargo de Obispo durante mucho tiempo? ¿Lo seguimos diariamente por internet? ¿Conocemos lo que dice en las diferentes audiencias que tiene frecuentemente con peregrinos de muchas partes del mundo?

Si no lo ha hecho, comience desde hoy mismo. Averigüe dónde puede encontrar este material, para que esté con el alma dispuesta; para que aproveche al máximo las enseñanzas que el Papa nos quiere dejar; para que interioricemos su mensaje, escuchando atentos la predicación.

Sólo así podremos sentirnos gratificados y satisfechos de haber dedicado tanto tiempo, esfuerzo y sacrificio, esperando su llegada.

 

Saludos,

Departamento de Familia