San Josemaría ante el apóstol Santiago

La primera peregrinación

“Dentro de unos días iré a León de paso para Santiago, para ganar el jubileo. Ya me acordaré de pedir por ti junto al Apóstol. Procura tú, en cambio, pedir por mí: dile que haga todo lo que Él quiera, cueste lo que cueste”. Esto escribía San Josemaría Escrivá a uno de los chicos que trataba, en el mes de julio de 1938. Lo hacía poco antes de emprender viaje a Compostela desde Burgos, donde residía temporalmente.

En Santiago, el Año Santo se celebra cuando el 25 de julio coincide en domingo. El Papa Calixto II, que había peregrinado a Compostela siendo arzobispo en Vienne (Francia), estableció en 1122, cuando se colocó la última piedra de la catedral, el primer Año Santo para 1126. Pero sería el Papa Alejandro III, con la bula Regis Aeterni, el que estableció, el 25 de julio de 1178, la perennidad del Año Jubilar, dotando a la peregrinación de los máximos privilegios espirituales como es la indulgencia plenaria.

Solo en dos ocasiones se celebró un año jubilar cuando el día de Santiago no era domingo: la primera excepción fue en 1885 al ser convocado para celebrar el final del proceso de identificación de los restos del Apóstol. La segunda en 1938 cuando se prolongó a causa de la difícil situación provocada por la guerra. La prórroga, que el Vaticano confirmó el 18 de diciembre de 1937, unos días antes del cierre de la Puerta Santa, fue concedida por el Papa Pío XI, tras la petición del arzobispo de Santiago Tomás Muñiz de Pablos.

La tercera excepción será el 2022, ya que el Papa Francisco concedió la prolongación de este Año Santo durante todo el que viene.

¿Influyó la peregrinación a Compostela en el cambio de título del libro de “Consideraciones Espirituales” a “Camino”?

“Es imposible mediar la trascendencia íntima de aquel primer jubileo. Pero el caso es que, por aquel entonces, San Josemaría ultimaba en Burgos la redacción de un librito, Consideraciones Espirituales, que había visto la luz en Cuenca cuatro años antes, y que contenía 440 puntos de meditación. Se había propuesto ampliarlo a 999 consideraciones y, a los pocos meses de su peregrinación compostelana, ya en fase de edición, decide de pronto cambiar el título y el libro se llamará Camino”.

Esto escribía el 26 de junio de 2004, fiesta de San Josemaría, el sacerdote y periodista Carlos Carrasco. Reconocía que “el Camino de San Josemaría no es un manual de peregrinos, aunque no pocos lo lleven en sus mochilas”, y apuntaba que el libro “es un aluvión de luz y de consejos para los que piensan en un camino largo, que abarca toda la vida, y que no termina hasta que lo hace en la eternidad de Dios”.

Y concluía: “San Josemaría abre el libro con un desafío al caminante: “Que tu vida no sea una vida estéril. Sé útil. Deja poso (…). Enciende todos los caminos de la tierra con el fuego de Cristo que llevas en el corazón”.

Saludos,

Departamento de Familia