Más solidarios, más generosos, más perseverantes. Tarea que se la efectúa sin ninguna propaganda de por medio. Silenciosa, diríamos.
Un grupo de alumnos del Colegio se dirigen con frecuencia a lugares afectados por el terremoto del mes de abril. Con la mochila en sus espaldas y las ganas de colaborar con sus hermanos damnificados, se comprometieron -esta vez- a construir casas sencillas, que puedan servir para albergar a familias que duermen en carpas y habitaciones pequeñas, porque no hay un espacio adecuado en el que puedan vivir dignamente.
Clavos, cañas, guantes protectores, martillos, serruchos,… pero sobre todo,… un gran corazón. Gotas de sudor que tal vez no se observan desde lejos, pero que empapan las camisetas, las gorras, las manos,…
Manos acostumbradas a escribir, a realizar experimentos y otras tareas intelectuales, se transforman en instrumentos para hacer mucho bien al prójimo necesitado, enrojeciéndose por el trabajo efectuado.
Ejemplo digno de imitar, porque la asistencia a quienes sufrieron los estragos de este cataclismo no terminó en el mes de abril. Persiste, esperando que otras manos y otros corazones tomen la posta de aquellos que se esfuerzan por realizar Obras de Misericordia, sin esperar nada a cambio.
Todavía hay mucho por hacer, y quizá otros estudiantes puedan continuar esta gran obra. Los rostros felices de las familias que han recibido estos regalos, serán símbolos que los motivarán.
Saludos,
Departamento de Familia