San Josemaría nos invita a reflexionar en la Semana Santa: “Pensar en la muerte de Cristo se traduce en una invitación a situarnos con absoluta sinceridad ante nuestro quehacer ordinario, a tomar en serio la fe que profesamos. La Semana Santa, por tanto, no puede ser un paréntesis sagrado en el contexto de un vivir movido sólo por intereses humanos: ha de ser una ocasión de ahondar en la hondura del Amor de Dios, para poder así, con la palabra y con las obras, mostrarlo a los hombres”.
Quizá no hemos vivido con tanta devoción y recogimiento esta Cuaresma. Entonces, esta es la oportunidad para hacerlo. Podemos acompañar al Señor durante todos estos días. Un propósito podría ser acudir, algunos minutos en esta semana, a esos lugares donde el Señor está presente en la Custodia, sobre el altar, las 24 horas del día.
Y una vez allí, tratarle. Con el Evangelio en la mano. Leyendo los pasajes que narran la vida del Señor mientras estuvo con nosotros. Lectura y adoración. Lectura y petición. Lectura y conversación. De tú a tú. Estando plenamente convencidos, de que el Señor nos escucha y nos invita a seguirle: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré”.
Tenemos que estar preparados para llevar la cruz, cuando nos toque hacerlo. Jesús dijo: “Y el que no carga con su cruz y me sigue, tampoco puede ser mi discípulo”. El amor a Dios nos lleva a sentir sobre nosotros el peso de la humanidad entera, y a cumplir, en las circunstancias propias de cada uno, los designios claros y amorosos de su voluntad.
Saludos,
Departamento de Familia