Sosiego

En estos momentos, es necesario pedirle al Señor, repetidas veces al día, que nos dé paz. Y con ella, todo lo que necesitamos para que nuestra convivencia con los nuestros, en la casa, sea más agradable.

Es el momento de elevar nuestros ojos a Dios, que todo lo puede. Es el momento de tocar el manto de María, que es nuestra Madre y que está pendiente de nuestra desazón y de cómo aliviarla. Es el momento de pedirle al santo o santa de nuestra devoción, para que por su intercesión se nos conceda el milagro de que recupere la salud algún ser querido.

No perdamos la fe, aunque todo parezca indicar que la situación por la que pasamos no se arreglará. Nuestro Padre que está en el Cielo tiene sus designios, que algunas veces no los comprendemos; pero se vale de un sufrimiento para lograr que nos acerquemos más a Él; que nos acordemos de Él muchas veces al día; que recurramos a la Virgen, que no olvida a quien padece en su espíritu.

Y junto a la paz, la fe. Mucha fe. Y si nos falta, pedírsela con una frase sencilla: “Señor, aumenta mi fe”. No dejes que mi alma se angustie. No permitas que me desespere. Alégrame, anímame, bríndame el consuelo de saber que esta tribulación pasará… Y el Señor encontrará la manera de sosegar nuestra alma. Que Él nos regale esa paz que tanto necesitamos.

Saludos,

Departamento de Familia