Mamá… Para muchos es una de las primeras palabras que decimos, y pasarán años hasta entender lo que realmente significa. Pero si hacemos un recorrido, podremos ir descubriendo un poco, lo afortunados que somos al tenerla.
Los ojos de mamá son los primeros que miramos por horas; sus manos, las primeras en acariciarnos; de su boca, salieron las primeras melodías que llenaron nuestra alma; su olor de mamá, nos tranquilizaba cuando nos abrazaba a su pecho.
Y qué decir de esos actos que significaron tanto sacrificio, para muchos olvidados o ignorados; cosas sencillas, pero repetidas una y otra vez, y que se transformaron en una montaña de amor: levantarse más temprano, en lugar de descansar un poco más; compartir su alimento, aunque se quedara con hambre; dejar de comprarse algo, para adquirir un bien que todos lo disfrutáramos; volver a estudiar, y tratar de entender el mundo de sus hijos; escuchar, aunque sus ojos se cerraran de tanto cansancio; velar nuestros sueños, cuando nos enfermábamos; y esas lágrimas que mojaron sus mejillas, al no saber qué hacer en muchas situaciones, y al darse cuenta que quizá no lograba dar todo lo que necesitaban sus hijos.
Nadie como ella gozará con nuestros éxitos; nadie como ella estará para recogernos si hemos tropezado. Que sigamos disfrutando a la madre de nuestros hijos, en estos días en que la tenemos más tiempo junto a nosotros, en la casa. Y no olvidemos de llamar constantemente a la nuestra, que por motivos que todos conocemos, se encuentra sin vernos durante algunos días. Que los momentos que hemos pasado con ella, nos hagan valorarla mucho más.
¡Feliz día, Mamá!
Saludos,
Departamento de Familia