Un ejemplo de confianza

En la vida de los santos podemos descubrir, que todo el bien que hicieron, fue realizado por un corazón lleno de confianza en la providencia divina. Confiar en Dios los hizo capaces de cosas grandes.  Problemas no les faltaron, pero más pudieron sus fuerzas, porque su fortaleza estaba en Dios. Quién más que Dios para saber lo que es bueno, entonces, ¿por qué inquietarnos?

Los santos son los que eligieron seguir las huellas de Jesús, los que descubrieron la verdadera felicidad amando, los que llenos del celo por las almas, entregaron su vida al servicio de la Iglesia.

San Josemaría fue un instrumento de Dios siempre dispuesto. Su santidad fue resultado de una lucha constante por ser como Cristo, por ser un cristiano de verdad y un hijo de Dios que busca con ahínco hacer la voluntad del Padre. Su alegría y la serenidad de su corazón eran fruto de la presencia de Dios, de su cercanía en la oración y de su entrega generosa a los demás. Hombre de palabras sencillas, pero profundas, que movieron, y aún lo hacen, el corazón de muchos, despertando su deseo de hacer el bien y de amar más a Dios.

Este miércoles festejaremos su entrada en el Cielo. Desde allí cuida de sus hijos e intercede por todos los que acuden a él. Pidámosle que nos ayude a crecer en vida interior, que nos enseñe a confiar en Dios y a reconocer su voz en la vida ordinaria.

El mundo necesita de nuestra santidad, de nuestro esfuerzo constante por ser portadores de esa gran noticia: tenemos un Padre que nos ama sin condiciones, que nos espera, nos perdona, y nos quiere con Él.  Dios nos quiere santos.

Saludos,

Departamento de Familia