Si algo caracterizó a la Selección de Argentina, campeona del Mundial de Fútbol fue, aparte de su calidad deportiva, la unión de todos quienes la conformaron. Esto se complementó con el apoyo que sus jugadores sintieron de sus familiares, que físicamente estuvieron en Catar.

Tener a sus esposas, hijos, novias, padres, les dieron un equilibrio emocional que se reflejó en la cancha. Mientras a otros equipos los derrotaron los nervios, la unión argentina, hizo la diferencia. Y es una de las lecciones, que nos deja este Mundial.

Lección deportiva y lección de vida. Nosotros en cambio, tenemos que ganar el Mundial más importante de nuestras vidas: el de la Familia: el de la unión entre sus miembros; el de las alegrías compartidas; el de los recuerdos entrañables; el de la paciencia para con los demás; el del trato delicado y comprensivo; el de estar pendientes el uno del otro; el del perdón, tan necesario para que no se presenten rencores y resentimientos.

Sí, Argentina ganó su tercer Mundial, con sus medallas y copa; pero nosotros estamos llamados a ganar, la Vida Eterna. Y si acaso no somos capaces de llevarnos a nuestras familias también al Cielo, habremos fracasado; nos habrán eliminado.

Que aprovechemos la gran lección que nos dejó este Mundial. El Mundial de la unión; esa que se nos pide, cuando jugamos el partido más valioso de nuestras vidas: en el que participan nuestros cónyuges, nuestros hijos, y nuestros familiares.

Saludos,

Departamento de Familia