Seguramente este tiempo de vacaciones ha sido esperado por muchos: padres, alumnos y docentes, quienes merecidamente necesitan bajar el ritmo de vida habitual para recargar fuerzas. Cada año lectivo que termina nos deja un bagaje de experiencias que debemos saber aprovechar, pues nos invitan a reflexionar, cambiar, y agradecer. Es momento de hacer una pausa, cambiar de actividad, y descansar tanto física como mentalmente.
Pero, ¡Cuidado! Podemos caer, sin darnos cuenta, en un “descanso espiritual”. ¿En qué consiste? Si, por ejemplo, dentro de la rutina de la familia estaba rezar juntos antes de dormir, el cambio de horarios en vacaciones, puede hacer que ese momentito de encuentro con Dios se pierda. Lo mismo sucede con la Misa: si estamos viajando o enfocados en actividades recreativas, podemos dejarla de lado. También corremos el riesgo de reemplazar el tiempo que dedicábamos a la formación o reflexión por televisión, juegos virtuales o redes sociales.
Está en nuestras manos elegir unas vacaciones con Dios o sin Él. Podemos planificar nuestras actividades con antelación, revisando los horarios de Misa, o rezando el Santo Rosario en el carro mientras viajamos. Si estamos fuera de la ciudad, aprovechemos los paisajes que nos invitan a admirar la grandeza de Dios. También podemos organizar una actividad solidaria que nos permita compartir lo que tenemos con quienes más lo necesitan.
Que nuestro primero y último pensamiento de cada día sea Dios, que su presencia nos acompañe siempre y sea nuestro compañero de viaje. Él está listo, solo depende de nosotros incluirlo en este tiempo de descanso.
¡FELICES VACACIONES!
Departamento de Familia