Semana Santa. Para vivirla con devoción, paz y esperanza. Para agradecerle al Señor porque nos mantiene con vida. Para pedirle por las personas enfermas, y por los fallecidos. Para leer textos de la Sagrada Escritura, especialmente del Evangelio.
Ayer recordamos el Domingo de Ramos, meditando la entrada de Jesús a Jerusalén. Dejémosle entrar también, en nuestro corazón. Recibámoslo con las palmas de nuestro arrepentimiento; con las palmas de nuestra súplica; con las palmas de agradecimiento, de alabanza, y de adoración.
Son momentos de prueba. Instantes para hacer una contrición perfecta que perdona los pecados veniales y mortales, hasta que podamos recurrir a un sacerdote, para que nos confiese. Hay celebración de la Santa Misa todos los días. Averigüemos por las redes sociales, dónde se la transmite; en qué horarios, y participemos con nuestras familias. También recemos el Vía Crucis, especialmente el Viernes Santo. Sigamos con atención, el Triduo Pascual.
Regocijémonos, porque hay muchas personas que se están organizando, y coordinando todo lo necesario para ayudarnos en esta Pandemia. Seamos solidarios con quienes lo necesitan, en la medida de nuestras posibilidades. Ayudemos, mandando contactos de quienes nos pueden ayudar con alimentación y medicamentos, para adquirirlos.
Consolemos a los familiares de quienes han fallecido por esta enfermedad. Brindemos fortaleza mediante llamadas o mensajes, y también con oraciones por las almas de los seres queridos que ya no están con nosotros.
Que sea una Semana Santa distinta a la que hemos celebrado en estos últimos años. Vivámosla con devoción, paz y esperanza.
Saludos,
Departamento de Familia