No nos cansemos de luchar

Cuando las cosas se ponen difíciles, porque estamos cansados —por el trabajo, el cuidado de los hijos o la atención del hogar—, o nos sentimos desanimados, tibios y sin ganas de rezar, podemos llegar a pensar que estar cerca de Dios es imposible, que estamos solos o, incluso, que no somos felices.  Pero en medio de toda esa aflicción, está Dios buscándonos, llamándonos, esperando que sigamos en esa lucha por encontrarlo.

Quizá, necesitemos un poco de ayuda. Nuestro cónyuge podría ser un buen aliado en esta lucha.  Si nos cuesta rezar, pidámosle que nos acompañe y recemos juntos. Si hemos dejado de ir a misa, busquemos a nuestros hijos y vayamos en familia.

La Eucaristía y la oración, son el alimento que nos hace falta para amarlo más y tener la valentía para decidirnos, por poner a Dios, en el centro de nuestras vidas. La Cuaresma es un buen momento para darnos esa oportunidad, Dios está siempre, solo falta nuestra respuesta generosa y confiada. Dios nos da la fuerza para avanzar, pasito a pasito, cada uno a su ritmo, pues quien ama, camina.

Saludos,

Departamento de Familia